Deslizó el dedo por la pantalla del móvil, desechando así a un cuarto candidato. Las miradas a través de un bar o entre el barullo de la pista de baile se han reducido a esto, pensó , unas facciones, un torso descubierto frente al espejo, una foto haciendo un deporte de riesgo, instantáneas que nada tendrán que ver con lo que se esconde detrás, que nada dicen de la persona retratada . Estas aplicaciones se han convertido en las ETT del amor , sonrió con tristeza, los sírvase usted mismo, todo incluido . E imaginó unos eslóganes que nada tenían que ver con lo publicitado: si no le gusta lo que ha encontrado, no se preocupe, no desespere, hay cientos más de dónde elegir. No hace falta que ahonden ni lleguen a conocerse, a la primera discrepancia, al primer malentendido, deseche, no se conforme, huya del compromiso. Perfecto para estos tiempos que corren , se dijo, en los que todos andamos desorientados, y los que hemos alcanzado la treintena estamos escarmentados y doloridos, rotos...
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