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Mostrando entradas de abril, 2023

EL ANCLA

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Poder levar el ancla de estos días y con pasos certeros alejarme hacia un futuro en el que no me sigan ni sombra ni recuerdos violentos.  Levarla dejando atrás la certidumbre, la luz a través de esta ventana, expulsando el paisaje por el que transita mi espectro, cambiarme el vestido y caminar descalza.  Levarla y olvidar los nombres, sobrevolar los castigos, llenar con mi propia esencia los vacíos, prescindir del timón, borrar todo vestigio. Presentarme ante el espejo como me veo a veces, sin divisiones, carialegre, impávida ante la desesperanza, sin importar lo que creen ver el reflejo de otros ojos, sin estar sujeta a sus adivinanzas. Pero no vine al mundo a bogar por los mares, ser ajeno al agua. Perdí la serenidad en los montes, la cordura en las dunas, en la playa, cuadrante hecho trizas por la vida, vagando, sin rumbo, inerme, una sombra de lo que fui e incapaz de izar el ancla.

DEVANEOS

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  Cierra los ojos mientras le acarician los labios, y tras los párpados cerrados adivina su mirada, la misma que recorre su rostro y viaja por los recodos de su cuerpo en toda su lánguida desnudez.  La calidez que él despide borra momentáneamente la gelidez de otros parajes, desterrando recuerdos que bloquean la luz y apagan la risa. Los arrullos la acunan, silenciando la música fúnebre de los silencios que pueblan la recámara de su mente.  Presente y pasado se mezclan en los caprichos de la imaginación, invasores, se exploran el uno al otro. Se concentra en la respiración y los círculos que dibujan sus caderas, convidando al olvido a unirse al festín. Regala una sonrisa, hace eco a sus gemidos, se retuerce. Trepa por su cuerpo, afianzando los talones a sus caderas, imagina que escapa, vuela, clava las uñas en el ahora para no perderse. La danza destierra ausencias y ella deja de estar a la deriva de la añoranza por la que vaga algunas noches, se desdobla, ya no se recono...

COMIENZOS

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  Desató el cordel que la unía a la tormenta y se abrazó a su suerte, temblando de miedo, abriendo de par en par las puertas oxidadas del querer. Tomó la mano que le tendía y se aferró a la calidez de su sonrisa, intuyendo el vértigo, anticipando la caída, poniendo a prueba el coraje que asomaba y empujaba a la cobardía que vestía de acero su soledad. El paisaje futuro se volvió incierto y temió perderse. Surgieron los invisibles y antiguos temores, amenazando con envenenar aquel presente y hacerla dudar.  Pero era hermoso ese girar del mundo y si saliera corriendo no habría sabido qué otra dirección tomar. Jugaban al tira y afloja y no sabía con certeza si quería perder o ganar, enroscarse o cortar la cuerda, alumbrar y dejar que respiraran los sentimientos o tomar asiento en la trinchera más cercana. Todo habría de ser más sencillo, como el salto sin red del amor de un niño, el paso que se toma a ojos cerrados en un acto de fe. Sobre la almohada tu y yo, la risa y la ternura...
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 La pérdida de cordura tiene un efecto parecido a la pérdida de fortuna: confirma al amigo y expone al farsante. The Other PJ