DESPERTAR

 

Y amaneció. Un amanecer vago, a cámara lenta. Las partículas de polvo contra los primeros rayos de sol, las pestañas replicando el movimiento, aleteando hasta llegar a tocar el párpado. Se giró hacia la ventana con sonrisa somnolienta, la respiración aún calmada, los músculos aún incapaces de movimientos certeros. E imaginó cómo iba a ser ese día, como si se negara a abrirle la puerta a lo que la realidad le tuviera preparado, como si con aquella sonrisa pudiera moldear su porvenir.


La mirada vagó por las paredes, deteniéndose en las zonas iluminadas, pasando por alto las sombras. Todavía no, se dijo. Se giró para enfrentarse al espacio que él ocupaba en su cama y tras unos segundos las facciones ya ocultaban sus deseos.

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